Resumen
» ¿País? Tailandia.
» En pocas palabras ¿cuál es la idea? Gente estupenda que os hará sentir bienvenidos desde el primer momento. Su universo simbólico y sus vidas son realmente interesantes. Merecen una visita.
» ¿Duración? Excursión de un día.
» ¿Para quién? Viajeros con una actitud curiosa sobre estas tribus, listos para preguntar y escuchar a sus anfitriones.
» ¿Dónde? Principalmente en Mae Hong Son, Chiang Mai, Chiang Rai y Nan.
» ¿Cuándo? Durante todo el año.
Descripción
El pueblo Akha es una de las minorías étnicas residentes en el norte de Tailandia, en las provincias de Mae Hong Son, Chiang Rai, Chiang Mai y Tak.
Procedentes de Myanmar, la población residente se acerca a las 60.000 almas.
Su presencia en este país es muy reciente, los primeros asentamientos se produjeron a principios del siglo XX, por lo que muchos de los que hoy viven aquí son quienes emigraron o sus hijos.
Este es el caso de Ay-Aar y Yea-Sure, madre y la tía de Ploy, a quienes vamos a visitar en su casa de Moban-Pana Say-Eh-Ri.
Originalmente la etnia procede de China, como parte del pueblo Hani. Durante cientos de años han habitado las provincias sureñas de Szechuan y Yunnan, a donde llegaron en migraciones anteriores desde el Tibet y donde aún permanecen muchos de ellos.
La tribu Akha habita la parte alta de las montañas, sus villas se construyen en las laderas a partir de los 800 metros de altitud y su economía se basa en la agricultura. Cultivan arroz, maíz, caña de azúcar, té y otros vegetales, entre los que se encuentra la adormidera.
Su dieta se complementa con productos del bosque y la carne procedente de los animales domésticos.
La supervivencia en espacios naturales aislados y exigentes hace que el papel de la comunidad en la vida cotidiana sea muy relevante. Los Akha entienden que sus tradiciones suman todo el conocimiento de los que -durante generaciones– vivieron antes que ellos y que, por lo tanto, carece de sentido y resulta pretencioso tratar de cambiar las cosas por el simple hecho de pensar distinto.
Al mismo tiempo, paradójicamente, muchas comunidades han abandonado su tradicional animismo para abrazar las creencias de los misioneros cristianos, un cambio radical en la manera de entender el mundo y la sociedad.
Merece la pena compartir por unas horas su cocina y conversar con ellos. Y no sólo por preguntarles sobre su historia personal o sus creencias, también por cosas mucho menos trascendentes pero curiosas como si les gusta bailar o su comida favorita.